historia del surf El arte de deslizarse sobre la superficie del agua, llamado he'enalu en la lengua hawaiana, fue observado por la tripulación del Capitán Cook en Hawaii, en 1767. El jefe (kahuna), quien la mayor habilidad en he'enalu,
tenía la mejor tabla hecha de la madera del mejor árbol. A la clase
noble, además, se les reservaba las mejores playas, en las que las
clases más bajas tenía prohibido surfear, aunque podían ganar prestigio
surfeando en tablas muy pesadas.
Así, James King,
al mando después de la muerte del capitán Cook a manos indígenas,
escribió en su diario de a bordo: "Uno de sus entretenimientos más
comunes lo realizan en el agua, cuando el mar está crecido, y las olas
rompen en la costa. Los hombres, entre 20 y 30, se dirigen mar adentro
sorteando las olas; se colocan tumbados sobre una plancha ovalada
aproximadamente de su misma altura y ancho, mantienen sus piernas unidas
en lo alto y usan sus brazos para guiar la plancha. Esperan un tiempo
hasta que llegan las olas más grandes, entonces todos a la vez reman con
sus brazos para permanecer en lo alto de la ola, y esta los impulsa con
una velocidad impresionante".[4] Algunos lugares ancestrales usados para la práctica de surf, como la Bahía Kahaluu y la Bahía Holualoa todavía son frecuentados hoy.[5]
Con la llegada de misioneros escoceses y alemanes en 1821, se
prohibieron diversas tradiciones polinesias, incluyendo el surf, por
considerarlo inmoral. A la llegada del siglo XX, el surf había
desaparecido casi por completo. Sólo un reducido número de hawaianos continuaron el arte de la fabricación de tablas y de surfear las olas.